Durante los meses de verano, en Casa de Beneficencia hemos disfrutado de una programación de actividades pensadas especialmente para nuestros residentes con deterioro cognitivo. El objetivo ha sido estimular sus capacidades cognitivas, fomentar la participación activa, y, sobre todo, compartir momentos agradables que dejen huella en la memoria emocional.
Juegos con paracaídas: coordinación y diversión
Una de las actividades más divertidas ha sido el juego con el paracaídas. Sentados en círculo, los residentes levantaban y bajaban el paracaídas al ritmo del grupo, intentando mantener en equilibrio un balón en el centro. Cuando el balón caía, el reto era aún mayor: ¡debían decir palabras relacionadas con una categoría dada! Una manera lúdica de trabajar lenguaje, atención y memoria mientras se reían y colaboraban entre ellos.
La caja de los recuerdos
Una actividad especialmente emotiva fue la caja de recuerdos, un recurso diseñado para estimular la memoria autobiográfica. En ella guardamos objetos antiguos como cencerros, monedas, canicas, tabas y otros elementos que evocan tiempos pasados. Al tocarlos, verlos o escucharlos, muchos residentes compartieron historias y anécdotas que trajeron sonrisas, sorpresas e incluso alguna lágrima de emoción.
Tapones que enseñan
También realizamos ejercicios manipulativos con tapones reciclados. Estos fueron usados para formar palabras, resolver pequeñas operaciones matemáticas y entrenar la motricidad fina. Una actividad sencilla pero muy efectiva para estimular mente y manos al mismo tiempo.
Entre lanas y telares
El trabajo con lanas fue otra de las grandes protagonistas del verano. A través del punto y los telares, los residentes tejieron con agujas y también comenzaron a trabajar en pequeños telares manuales. Otro grupo se encargó de enroscar la lana en los pasadores del telar, participando así en el proceso creativo. Estas tareas favorecen la concentración, la motricidad y generan una gran satisfacción al ver el resultado final.
Conversaciones y canciones al aire libre
Y por supuesto, no podía faltar el placer de compartir tiempo juntos al aire libre. Gracias a nuestra terraza en la primera planta, disfrutamos de momentos inolvidables cantando, charlando y simplemente estando juntos. Porque a veces, lo más terapéutico es una buena conversación bajo el sol o una canción que todos recordamos.
Estas actividades no solo tienen un valor terapéutico, sino que también refuerzan los lazos entre residentes, personal y entorno. En Casa de Beneficencia creemos que cada día es una oportunidad para crear recuerdos, y este verano ha sido, sin duda, uno lleno de vida, color y cariño.